
¿Cuándo ir al psicólogo con mi hijo?
Es habitual que los padres duden a la hora de consultar con un psicólogo.
Puedo entenderlo: intentamos resolver lo que sucede con cariño y amor. Creemos como progenitores que debemos saber gestionar todo lo que pase con nuestr@s hij@s. Además, hoy no es difícil conseguir información sobre los problemas psicológicos más habituales y cómo resolverlo en casa.
Y probamos.
Y eso está bien.
En muchas ocasiones, el momento malo se pasa sin más consecuencias.
Pero en otras ocasiones, consultar con un especialista no sólo es recomendable sino necesario.
¿Cómo saber cuándo ir al psicólogo con tu hijo ? ¿Cuándo no hay que dudarlo?
Aquí te cuento a qué señales hay que estar atentos para consultar con un psicólogo infantil.
Señales de que tengo que llevar a mi hijo al psicólogo
No se trata de “patologizar lo normal”, no todo es un trastorno que requiera acudir a la consulta del psicólogo.
Ahora bien, es importante saber reconocer las señales que emiten niños y adolescentes como peticiones de ayuda; las banderas rojas, como dice Arwen Caban, especialista en apego, y poder distinguir esas actitudes o respuestas emocionales de nuestros hijos que les hacen daño y necesitan de una intervención específica.
Aquí puedes leer algunos ejemplos en los que los niños y los adolescentes dan señales de que hay que consultar con un psicólogo.
- Hay una “vuelta atrás” en cuestiones de autonomía ya conseguidas: Tu niña, que controlaba perfectamente sus esfínteres, vuelve a orinarse en la cama (y no es una noche aislada de vez en cuando o justo porque estaba con fiebre ese día) o tu hijo se muestra esquivo con todo el mundo de pronto y ha dejado de asearse como solía.
- Se ha hecho cortes o se hace daño a propósito. O habla de “que estarías mejor sin mí, no valgo para nada, …”
- Se le ve triste, alicaído, no tiene ganas de salir o por el contrario “está siempre enfadada”, “no sabe controlarse, me insulta y me pega”, “le cuesta aceptar su frustración y se enfada tanto”. Los menores manifiestan su tristeza con irritabilidad, ojo.
- Le notas comportamientos extraños. Por ejemplo, una niña de 12 que se relaciona con semi conocidos de forma demasiado sensual.
- Tiene problemas con la comida: un niño de 4 años que no come sólidos, por ejemplo “porque no hay manera, solo come purés”, un adolescente que controla meticulosamente cada alimento que ingiere.
- Hay problemas importantes de comportamiento o con las normas: “no para de desafiarme”, “todos los días le tengo que castigar”, “ya no sé qué hacer para que me haga caso”.
- La relación con algún miembro de la familia es muy muy difícil.
- Le falta autocontrol en la gestión de los dispositivos electrónicos: no puede separarse de su móvil, juega más de 3 horas cada día, deja de hacer otras cosas por “engancharse”, si no juega está enfadada o como vacío.
- Ha dado un cambio brusco en su comportamiento. Es normal que un preadolescente tenga cambios de humor y esté más irascible pero no que de pronto se encierre en sí mismo y no cuente contigo para nada durante días.
- Los cambios en el rendimiento académico de pronto también nos pueden indicar que «algo pasa».
- Tiene miedos importantes que le impiden llevar su día a día con normalidad.
- Es habitual que se queje de dolores de estómago, la cabeza o algún otro síntoma físico y no hay nada que lo justifique desde el punto de vista médico.
- Se queja de dificultades sociales en el colegio, se le ve solo, algo apartado, no invita a otros ni es invitado, está sufriendo aislamiento social…
- Tiene dificultades para dormir, miedos nocturnos, pesadillas o terrores.
3 razones para consultar con un psicólogo infantil
Muchas veces quien primero detecta la necesidad de ir al psicólogo con tu hijo es el profesor o el pediatra. Algunos padres piensan que su profesor se equivoca “porque tampoco es para tanto”.
Mi experiencia como profesional es que hay que hacerles caso: lo que en casa puede pasar desapercibido en el colegio quizá se hace más evidente o quizá allí comparte algo que no se ve en otro ambiente. Piénsalo, sus profesores pasan al menos 5 horas al día con tu hijo y le ven en otro contexto diferente (y con otros ojos!!).
- Desde el colegio, el profesor suele detectar:
- dificultades de aprendizaje como una dislalia, dislexia, discalculia: “no se le entiende al hablar, no lee bien y ya debería, le cuesta entregar los deberes, es muy desorganizado, no para quieto, ha pegado un bajón en su rendimiento escolar…”
- Problemas de conducta: “no deja hablar a los demás, si no es protagonista no hay manera, no lo hace con mala fe pero acaba pegando a los compañeros…”
- Trastornos en su estado de ánimo: “le he visto muy triste, no se relaciona en el patio como antes, se puso tan nervioso antes del examen que vomitó, está a la que salta…”
- Problemas en la función ejecutiva, TDAH, …
- Altas capacidades.
- Si el pediatra te recomienda que consultes con un psicólogo: no lo dudes.
- Ha pasado algo grave que le afecta directamente y quieres saber cómo manejarlo: la enfermedad o la muerte de alguien cercano, una separación o divorcio, un accidente en el que ha sido partícipe o ha vivido de cerca, algún problema importante en la familia (crisis económica, depresión de un progenitor…).